Telarañas virtuales

Las redes sociales dejaron de ser ese lugar amenazador, ese lugar misterioso donde uno no quería meterse por miedo a que le robasen información privada. Hoy eso cambió rotundamente y ese giro de 180 grados tiene un culpable: Facebook.
Actualmente la red social más grande del mundo, Facebook ha congregado sólo en los últimos dos años a más de de 2 millones de usuarios en Argentina.

Son diversos los usos que se le puede dar al living social que ofrece Fb, pero básicamente su objetivo es que a partir de fotos y comentarios pueda existir más participación en la web de esos que antes temían, por ignorancia o por miedo a lo desconocido, de publicar sus pensamientos en la red. Uno puede etiquetar gente en fotos que publica y también en las que publican sus amigos, puede expresar que es lo que está pensando en la barra de estado que ofrece el “Inicio” de Facebook, que quedará escrito en tu “muro” y podrá ser visto por todos lo que sean tus amigos.

Es una tarjeta de presentación, pero también un lugar para compartir gustos y experiencias. Pero no todo es color de rosas y uno tiene que tener cuidado con quién agrega como “amigo”, porque no es como en la realidad cotidiana en la que el amigo de un amigo también es amigo. Existen miles de intenciones, buenas o malas, tanto en la realidad como en el mundo virtual. Ser precavidos y darle un correcto uso al navegador de Internet es básico para poder surfear sin problemas en la net.

Otros ejemplos de redes sociales son Hi5, Sónico y Twitter (éste último más limitado que los primeros por lo breve que debe ser uno al comentar su estado: ¡sólo 140 caracteres!). Éstas, al igual que Fb, crean entretejidos donde los que se conocen pueden crear grupos y atraer a más gente desconocida. Una telaraña virtual, en pocas palabras.

Resumiendo, esto del encuentro virtual, este tipo de relaciones terminan creando comunidades y vínculos que de otro modo no sería posible. Y este, al igual que tantos otros inventos creados por la mano del hombre, puede ser usado con conciencia o puede ser usado sin ella. La decisión es de uno, cuando está frente al monitor, si desea obrar en beneficio de sí mismo o en perjuicio de los demás. Como siempre, depende de nosotros.